Resumen
A lo largo de la pandemia de COVID-19, se registraron estrategias complejas para detener los contagios, la enfermedad y, algunas veces, la muerte entre las comunidades indígenas de México. En algunos casos hubo cierre de sus fronteras territoriales, pero en la organización social de los pueblos estuvo caracterizada por las prácticas de las mujeres que buscaban mantener la salud a partir de una concepción sobre el cuerpo en su relación salud/enfermedad. En la atención de las mujeres a las personas contagiadas prevaleció el manejo de plantas curativas propias de las localidades y las que fueron compartidas entre pueblos. Las acciones de cuidado no quedaron en el cierre de fronteras o sembrar platas medicinales, más bien, las prácticas que las mujeres mantuvieron en acción un saber activo con características de afectividad extraordinarias. Desde una mirada a los sistemas complejos de la salud/enfermedad, se identifica que en la atención a la enfermedad prevalecieron prácticas de cuidado ético: rituales, elaboración y ofrecer alimentos con alto poder curativo. De manera que las mujeres dieron respuesta a la enfermedad de COVID-19 con apegó a las prácticas de sanación fundamentadas por la contención social de los síntomas de contagio, no en el aislamiento.

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